UNA BUENA MENTE, UNA EQUILIBRADA ACTITUD
A lo largo de cuarenta años he venido recopilando una enorme cantidad de cuentos espirituales anónimos y centenarios de Oriente, que se han ido pasando de maestro a discípulo y se han convertido en un magnífico método para utilizar y esclarecer el discernimiento, o sea en una valiosa herramienta de autodesarrollo. Estas historias espirituales dicen en pocas palabras más que tratados enteros de filosofía, metafísica o psicología. Son como un despertador" para la consciencia y nos ayudan a recordar lo esencial. Entre estos cuentos (buena parte de los cuales se recogen en mi obra "Los mejores cuentos espirituales de Oriente y Occidente"), hay uno al que a menudo recurro en mis clases de meditación y que siempre es inspirador tener presente. Volvamos a él. He aquí que cuatro almas van a reencarnar y Dios se reúne con ellas para preguntarles qué desean para su próxima vida. Una de ellas se adelanta y dice:
- Señor, yo lo que deseo es ser muy rico, inmensamente rico.
Otra de las almas dice:
- Señor, mi mayor deseo para mi próxima vida es tener poder, mucho poder.
La tercera alma dice:
- Señor, quiero viajar sin descanso, llegar hasta el último lugar del planeta.
La cuarta alma se queda silenciosa y meditativa. Dios le dice:
- ¿Y tú qué quieres, amiga mía?
Y ella responde:
- Lo único que deseo para mi próxima vida, Señor, es una buena mente.
¡Una buena mente! No hay mayor regalo ni mejor compañera. Si no tienes una buena mente, puedes estar en el lugar más bello de la tierra o con la persona más encantadora, pero no tienes nada que no sea conflicto, incertidumbre y malestar.
Había un maestro que conocí que cuando se cruzaba contigo no te preguntaba como es habitual: "¿Qué tal estás?", sino "¿Qué tal está tu mente?". Si la mente está bien, la actitud es la correcta y equilibrada y, además, el mejor regalo que uno puede hacerle a los demás es tener una buena mente.