LA ENSEÑANZA DEL CARNICERO

En la sección Vana Parva del Mahabharata, el gran sabio Markandeya narra una bella historia que conduce a una importante enseñanza; he aquí dicha historia:

Kaushika era un renunciante, el cual había pasado su vida llevando a cabo una vida piadosa llena de austeridades. Desde joven tuvo inclinación a la vida espiritual, y a pesar de los ruegos de sus padres, que eran mayores y no deseaban perder a su hijo, se fue de casa y vivió una vida de ascetismo, yoga y meditación. 

Sus austeridades fueron tan grandes, que llegó a tener dominio de los poderes yóguicos Una vez estaba sentado en meditación bajo un árbol, cuandouna grulla fue a posarse sobre una de las ramas y empezó a perturbarle con su graznido incesante. Tan molesta era, que Kaushika acabó por enfadarse: con un movimiento de su mano, hizo caer un rayo que fulminó al animal al instante.

Inmediatamente se arrepintió ¿Cómo había podido dejarse llevar por la ira?había dañado a un animal inocente. Sin embargo, también se sintió orgullosos de su poder. La arrogancia entró en su corazón. Se sintió como un sabio muy elevado.

Ese mismo día, Kaushika fue a buscar limosna al pueblo más cercano. Llamó a una casa cercana, pero aunque escuchaba ruido dentro, nadie le abría. El asceta comenzó a perder la paciencia de nuevo: 

“¡Abrid de una vez! ¿No sabéis quién soy? ¡Abrid o conoceréis mi verdadero poder!”

Una voz de mujer se oyó desde dentro de la casa:

“¡Calma, Swamiji ¿Acaso soy una grulla, para que me fulmines con un rayo?”
Kaushika quedó  estupefacto ¿cómo aquella mujer podía saber lo que había acontecido antes tan lejos de allí? Una pobre mujer abrió la puerta. Era un ama de casa sencilla. Kaushika la miró a los ojos, y supo, merced a su yoga, que era un ser iluminado Tenía el don de la omnisciencia. Por eso supo todo lo de la grulla. 

“Oh, Mataji, ¿cómo una mujer de tu clase ha logrado tal avance espiritual? Por favor, dímelo”.

La mujer contestó: “Venerable Swamiji, nunca he tenido posibilidad de hacer vida espiritual. Tú conoces todas las Escrituras, pero no conoces su significado. Soy una esposa y una madre. Por eso no puedo dedicarme a meditar ni a otras prácticas. Pero nada me distrae de mis deberes. Trabajo sin otro deseo que el de cumplir con mi deber, y ofrezco todas mis acciones al Señor Vishnu. Esto me purificó y alcancé el estado suprremo de esta manera”

Kaushika recordó a sus padres, a los que abandonó hace tnto tiempo. Su orgullo se había desvanecido. Dijo: “por favor, instrúyeme”. 

La mujer, como es natural, no tenía tiempo para tales cosas, pero le dio la señal de un hombre iluminado que vivía en la ciudad de Mithila “Se llama Dharmavyadha. Él te dará el Brahma-Vidya, o conocimiento de lo Divino”.

Kaushika llegó a la direccióncorrespondiente ¡cuál sería su sorpresa al ver que era una carnicería! ¡El oficio más impuro! Una cosa era un ama de casa, pero ¿Cómo un hombre que vende animales muertos puede ser un santo iluminado? Para mayor paso de Kaushika, Dharmavyada le dijo 

“Oh, Swamiji. Sé que el ama de casa te ha enviado aquí para que te instruya, pero no puedo hacerlo hasta que haya despachado a todos mis clientes. Ten a bien esperar a que termine mi jornada, por favor”. 

Viendo la clarividencia que también poseía el carnicero, Kaushika esperó. Cuando hubo terminado, Dharmavyadha comenzó a instruirle:

“Venerable Swamiji. Sí, vendo animales muertos para ganarme la vida. Es un trabajo muy impuro. Mi familia se ha dedicado a esto por generaciones, y puesto que no tengo más remedio que ser un carnicero, hago mi trabajo sin expectativa de recompensa. Entrego los frutos de mi pecado al Señor Vishnu.

Puesto que hay gente que aún  no puede contenerse de comer carne, debe haber un carnicero. Por lo tanto, cumplo mi deber como una herramienta en manos de la Divinidad. 

Nunca como carne por mí mismo. Respeto a mi esposa. Ayuno durante el día y como durante la noche.

Nunca hablé mal de nadie, ya fuera de origen elevado o bajo.

Cuido de mi familia, de mis padres enfermos enfermos y de su bienestar, como si fueran el mismo Dios.

Siempre trato de ser bondadoso con todo el mundo, tanto con los que me alaban como con los que me critican.

Así hallé el camino virtuoso y encontré la realización, aún cuando soy un carnicero”.

El carnicero Dharmavyudha instruyó durante mucho tiempo a Kaushika, el cual disipó por completo su arrogancia y sus dudas. Después regresó con sus padres, a los que había abandonado, y los cuidó con afecto y amor Sus instrucciones se narran en detalle en la Vyadha Gita (La canción del carnicero). Pero la enseñanza principal que Kaushika aprendió es la siguiente:

Ningún trabajo es impuro. Nadie debe ser visto como impuro. Es la mente con la que llevas a cabo el trabajo, la que determina la pureza de algo.

Shloka:
na karmaṇām anārambhān
naiṣkarmyaṁ puruṣo ’snute
na ca sannyasanād eva
siddhiṁ samadhigacchati

Uno no se libera de la acción por el mero hecho de dejar de actuar, ni puede uno alcanzar la perfección por el mero hecho de renunciar.

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