Marcha de poder
Marcha de Poder.
Esta técnica, además de que no es posible realizarla más que en un estado de silencio interior, implica la emergencia de facetas de la naturaleza «nagual» del practicante, sea de una manera parcial si es principiante, o de una manera total si es un maestro consumado. La práctica y la energía disponible serán nuevamente los elementos clave. Por ser esta técnica una de las que nos han dado resultados más sorprendentes, y cuya práctica implica la participación de la conciencia del otro yo, no basta para su presentación con el simple procedimiento, que por otro lado no es tan simple. La Marcha de Poder consiste, en términos muy generales, en la posibilidad de desplazarse a gran velocidad, utilizando una energía inusual y sin depender de los sentidos en la forma ordinaria, sin que se requiera tampoco conocer el lugar previamente, aún en completa oscuridad. Es como una forma peculiar de correr o trotar. Aunque se puede practicar en cualquier tipo de terreno, lo usual en este tipo de marcha, es practicarlo en terrenos que por ser muy irregulares, presentan piedras flojas, están muy empinados o por encontrarse en ellos de noche, resultan difíciles de transitarse en condiciones normales; aun caminando. Es importante señalar que la Marcha de Poder no es un ejercicio normal, como una práctica deportiva. En realidad no cualquiera puede realizarla. No basta con conocer el procedimiento. Puesto que es algo inusual que el cuerpo realiza sin intervención del centro intelectual, dependerá principalmente de la energía disponible y la habilidad para ponerla a trabajar de modos inusuales del practicante, no obstante lo cual la incluyo en este libro porque va dirigido a gente con diversos niveles de energía y de trabajo. Además de que las condiciones necesarias para realizar esta marcha se pueden conseguir mediante la práctica de otras técnicas menos complejas, existen ejercicios que le permiten al aprendiz acercarse a ella paulatinamente, así como indicadores que le ayudan a saber si es que está listo. La marcha de poder es algo que pertenece a las posibilidades desconocidas del cuerpo y en realidad todos sabemos en el fondo cómo efectuarla, o sería más preciso decir que nuestro cuerpo sabe cómo. El caso es que la gente común se encuentra tan desconectada de lo que su cuerpo sabe, por atender exclusivamente a lo que dice su ego, vía el diálogo interior, que resulta casi imposible recuperar ese conocimiento. Cabe señalar que en ocasiones, personas que se han encontrado en una situación inusual, como verse en peligro de muerte o en algún tipo de estado límite, han podido realizar la marcha de poder y salvar la vida corriendo en plena oscuridad o en terrenos escarpados y con precipicios sin que supiera de ella o de procedimiento alguno. En esos casos generalmente se habla de milagros o de algún tipo de intervención divina; buscando así explicar los portentos que pueden tener lugar cuando el cuerpo toma las riendas. Podemos, sin embargo, hacer una práctica relativamente sistemática para ayudar al cuerpo a que se acuerde de la marcha de poder. Existen procedimientos para ello, aunque éstos terminan cuando el cuerpo despierta y la marcha de poder tiene lugar. A partir de ese momento es el cuerpo el que manda y la razón, el ego y sus deseos y explicaciones, sencillamente no están invitados a participar. Se puede hacer del modo siguiente: 1. Hay que iniciar trotando en un terreno plano y de día. Se buscará trotar levantando las rodillas lo más posible hasta sentir que el cuerpo puede moverse naturalmente de esa manera sin forzarlo. De algún modo hay que buscar un punto intermedio entre tensión y soltura, nuestros músculos deben calentarse poco a poco hasta alcanzar una flexibilidad por así decirlo «tensa» que no caiga en flacidez, de tal modo que si encontramos obstáculos como pequeñas rocas, no estemos tan duros que nos golpeemos las articulaciones o tan blandos que nos provoquemos alguna luxación. Se trata de llegar a un estado de ánimo muy peculiar que podríamos llamar tensión relajada en el que uno se siente bien despierto, alerta y activo, pero con un sentimiento interno de sobriedad y control. Se recomienda practicar este paso por períodos de cuando menos una hora. 2. Conforme vayamos sintiendo que nuestro cuerpo asimila lo señalado en el párrafo anterior, podremos ir practicando en condiciones más rigurosas, como puede ser un terreno sin pendientes pero con irregularidades, un pedregal con rocas de regular tamaño o el lecho de un río seco. También podemos ir aumentando gradualmente la velocidad de la marcha. Lo importante es que nos sintamos naturales y seguros al hacerlo, puesto que si nos forzamos a pesar de sentirnos inseguros nos podríamos lastimar. Hay que notar cómo las piernas pueden ajustar naturalmente su flexibilidad al apoyarse sobre rocas, troncos u otros obstáculos. Poco a poco hay que tratar de sentir el terreno con el cuerpo, evitando mirar obsesivamente al suelo para buscar dónde pisar. La mirada debe ser relajada y dirigida hacia el área del suelo que está al frente, pero sin cerrar el enfoque a puntos específicos. Hay que considerar que mientras que en una marcha a campo traviesa las decisiones de dónde y cómo pisar se operarían de acuerdo a la relación vista-cerebro-piernas, en la marcha de poder en cambio, se realiza a partir de la relación cuerpo-mundo. Una manera más precisa de decirlo sería referirnos a la relación «energía de adentro-energía de afuera». Cuando logremos desplazarnos a gran velocidad en el tipo de terreno que acabo de describir, apenas barriendo el suelo con la mirada, manteniendo ritmo y equilibrio, sin quedar exhaustos, caer o lastimarnos, estaremos listos para la siguiente fase. 3. En esta fase, podremos practicar la marcha en terrenos planos pero con pendiente, primero suaves y luego más pronunciadas. Conforme nuestro dominio aumente, podremos buscar pendientes irregulares y empinadas. Si al principio iniciamos bajando por veredas, con mayor dominio podemos hacerlo a campo traviesa. Es importante recordar que todo este proceso no se logrará normalmente en un solo día, sino que requiere de una práctica constante. El tiempo que tome dependerá de las condiciones del practicante. No existe límite para lo que se puede lograr con la marcha de poder, ni para las transformaciones que podemos experimentar al realizarla. Cuando se trabaje en este tipo de terrenos es muy importante no desbocarse; no tiene ningún caso lograr una gran velocidad si perdemos el ritmo y la seguridad, porque entonces caeríamos en el terreno de lo ordinario y nos podríamos dañar. 4. Posteriormente hay que practicar los ejercicios anteriores, pero cambiando deliberadamente la velocidad de acuerdo a las variaciones del terreno, pero manteniendo un mismo ritmo. La velocidad varía pero el ritmo se mantiene. Hay que incluir subidas más o menos pronunciadas. 5. El paso siguiente es sólo para aquéllos que han logrado un buen grado de dominio en todos los pasos anteriores. Consiste en practicar en la oscuridad de la noche. Se puede empezar practicando en el atardecer en terrenos conocidos o bajo la luz de la luna. Las noches con luna llena son particularmente propicias, no sólo por la suave luz que proporcionan sino porque bajo su efecto, la entrada en la conciencia del lado izquierdo se facilita. Conforme el dominio aumenta podemos incluso hacer la marcha en plena oscuridad y en terrenos desconocidos. En realidad, cuando uno llega a este grado de dominio, ya no se encuentra uno -como ego- realizando volitivamente un ejercicio, sino que es el cuerpo el que actúa, de acuerdo a una relación directa con el mundo, más allá de las fronteras de la razón.